Desde que escribí el anterior artículo ha transcurrido más
de un año. El retraso, en gran medida, se debe a que el proceso se está
demorando en el tiempo. Tengo que agradecer la buena disposición y receptividad
de las máximas autoridades de la Universidad para resolver algunos puntos de la
anulación de la sanción. En ejecución de la sentencia, ya firme, se me pagaron
los honorarios por el año en el que no me dejaron trabajar, así como los
intereses de demora, pero no llegamos a un acuerdo sobre el tema del
reconocimiento de daños y perjuicios, por lo que queda un recurso pendiente.
En ese recurso ha contestado Dña. María Ángeles Piedra
Fernández, en representación de la Universidad de Almería, a la demanda que formuló
mi abogado en la que solicitaba 10.444,08 euros por ese concepto. Me ha sentado
muy mal la ligereza con la que la letrada de la Universidad ha contestado a esa
demanda. Lógicamente, la Sra. Piedra se opone, pero lo hace de un modo vil.
Insinúa que si no se llegó a un acuerdo extrajudicial fue debido a mí y aporta
un correo electrónico en el que los mediadores renunciaron a continuar con el
proceso, pero se le olvida decir que la razón de esa renuncia fue precisamente
que ella se negó a asesorarles, pensando quizás que yo iba a utilizar el asunto
en el recurso. No ha sido así. No recurrí al tema, lo que sí ha hecho ella
faltando a la verdad. Los mediadores, lógicamente, necesitaban garantías
legales sobre si el acuerdo podía llegar a producirse. Era mí deseo haberlo
alcanzado y para eso pedí poco cosa más y, sobre todo, un reconocimiento del
mal que se me había causado, pero fue la asesoría jurídica la que se negó a
asesorarles. Lo puedo acreditar fehacientemente.
Se refiere la Sra. Piedra a lo bien que se portaron conmigo
pues, dice textualmente (el subrayado es suyo) que "se procedió
voluntariamente al pago de todas las cantidades debidas al Sr. Lirola Delgado,
durante el tiempo que estuvo suspendido de sus funciones"... "Pero es
que, además, también se procedió al abono de los intereses de demora
devengados", que ascendieron a 9.280,08, pues el interés legal era
elevado. Lo que olvida decir es que, hubo que exigirlo varias veces en
cumplimiento de sentencia y así también se puede acreditar a través de las
continuas solicitudes desde el Juzgado.
Entiende la Sra. Piedra que el abono de los intereses de demora tiene una finalidad resarcitoria
de los daños y perjuicios ocasionados, que para ella parecen ser puramente
económicos. Y el que yo no me opusiera al desestimiento por parte de la
Universidad al recurso que presentó Pedro Molina, de forma unilateral, contra
la sentencia que anulaba la sanción, quiere utilizarlo contra mí, como si es
que yo hubiera tenido que oponerme a algo que creo de Justicia y que, incluso,
solicité reiteradamente. Como he dicho en algunas ocasiones, para mí fue
balsámico, pero no suficiente para cerrar todas las heridas abiertas. Lo que
más se resintió con la sanción fue, sin duda, la investigación, aparte de las
relaciones familiares y de amistades, por mucho que pretendiera yo que no fuera
así. Por decisión de Pedro Molina me dejaron sin poder sacar ni un libro de la
Universidad obtaculizando mis investigaciones.
De hecho, parte de la indemnización por daños y perjuicios
que solicito se apoya en que ese año no se me reconoció para los sexenios de
investigación al no acreditar una vinculación con la Universidad y podría haber
obtenido el 4º sexenio un año antes de que me fuera concedido después. Es
curioso que a esto, que se cuantificó fácilmente por la parte económica que le
corresponde, no se refiera para nada la Sra. Piedra. ¿Es que no tiene
argumentos contra ello y prefiero obviarlo?
Por mi parte, doné la cantidad íntegra de los intereses y
una cantidad mayor, y así también lo haré si se me conceden los daños y
perjuicios, a la Fundación Ibn Tufayl, entidad sin ánimo de lucro a la que
dedico gran parte de mi esfuerzo, y ha servido para contratar a una persona y
desarrollar así proyectos de investigación.
Por último, la Sra. Piedra cree que debía haberme quedado
callado cuando me sancionó Pedro Molina, pues se refiere a "filtraciones
interesadas a la prensa" y "divulgación de noticias sensacionalistas
que no beneficiaban el buen nombre de esta Institución Pública". Debería
reflexionar un poco la Sra. Piedra, pues, a lo mejor, lo que hacía daño a la
Universidad es que su antiguo Rector actuara con injusticia manifiesta (no lo
digo yo, sino un juez) y no el que el apaleado injustamente se quejara en
público.
Espero que la Sra. Piedra, en defensa del Patrimonio
Público, me apoye en la petición que haré de que se le exija a Pedro Molina el
que pague los intereses de demora que ha tenido que abonar la Universidad por
su abuso de poder.
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