18/5/20

Carta abierta a Juan Sebastián (Juanse) Fernández Prados, Defensor Universitario de la UAL

Te envío esta carta en abierto, porque no respondes a mis reiterados mensajes en los que, apelando a tu ética, profesionalidad y, también, a tu conciencia, te pido que me digas si aceptaste darme amparo, total o parcialmente, y me detalles todas y cada una de tus actuaciones y el resultado de las mismas, en calidad de la que debe ser la noble tarea de Defensor Universitario.

Como bien sabes, pedí tu intervención como Defensor Universitario el 1 de febrero de 2019, antes de que fueras renovado en el cargo, al conocer que el Vicerrector de Ordenación Académica, D. José Joaquín Céspedes Lorente, tomó la firme decisión de imponerme una ordenación docente de forma ilegal, sin seguir las normas establecidas (los Estatutos de la Universidad y los criterios de asignación del profesorado a las asignaturas), eximiendo de dar docencia, arbitrariamente, a quien él quería, y lo hacía con la colaboración del Director del Departamento de Filología, D. Francisco Álamo Felices.

Esa denuncia te la reiteré y te la amplié con posterioridad, con insistencia, sobre todo ante el hecho de que las autoridades universitarias fueron añadiendo más vulneraciones de mis legítimos derechos. Llegué a pedir una entrevista personal con el Rector, D. Carmelo Rodríguez Torreblanca, quien me dijo que no me preocupara, pues lo iban a arreglar a satisfacción mía, pero lo curioso del caso es que no me decía cómo pretendían solucionarlo, y luego comprobé que era con una ilegalidad que lo que hacía era complicar el tema, y todo por salvar las vergüenzas del referido Vicerrector.

Como bien te consta, al no prestarme a las ilegalidades que pretendían, entiendo yo, perpetrar y que consumaron, y que no solucionaban el tema, sacaron toda la artillería contra mí y me acusaron, nada menos, que de 18 faltas graves y muy graves, cometidas supuestamente por mí en los dos últimos cursos. No me comunicaron cada una de ellas a medida que, presuntamente, iba cometiéndolas, sino que el expediente lo incoaron simultáneamente por todas ellas (un tanto sospechoso, ¿no crees?). De esa forma he pasado de ser un profesional sin tacha alguna en mi labor académica de 30 años a ostentar la plusmarca de mal profesional, y para ello no dudaron, entiendo yo, en manipular incluso a determinados alumnos contra mí, con la participación del Decano de la Facultad de Humanidades, D. Javier García González, la Inspectora de Servicios, Dña. María Belén Sáinz-Cantero Caparrós, y el instructor del expediente, que también ha hecho las veces de secretario, D. Ignacio Díaz de Lezcano Sevillano. El objetivo era sancionarme con cinco años y seis meses de suspensión de empleo y sueldo.

En ningún momento, Juanse (me permito llamarte como lo hace habitualmente la gente que te conoce), me has comunicado oficialmente que aceptaras ampararme o que decidieras no hacerlo, y las razones de tu decisión, precisamente para hacer honor al honroso cargo que ostentas, y no dejar a quien acude a tí por indefensión indefenso.

Ya me avisó una persona cercana que habló contigo que no ibas a enfrentarte a ninguna autoridad y me costó creerlo, pues todos los que acudimos a un defensor es porque entendemos que sufrimos un abuso de poder por parte de una autoridad y, si fuera necesario, ese defensor debería enfrentarse a la autoridad que se aprovecha de su cargo.

Dime si me equivoco y que no estabas esperando a que se judicializara el caso, para tener la excusa de inhibirte y no actuar, sin dar ninguna explicación, y que fue un lapsus y no eras sincero al decirme que no podías atenderme porque yo ya no era profesor de la Universidad, cuando el Rector decidió levantar la suspensión de la sanción, sin esperar a que la autoridad judicial se pronunciara al respecto, a lo que te comenté que el tema no estaba aún judicializado, razón por la que no solo podías, sino que debías actuar, pues precisamente se ejecutaba la sanción ante tu pasividad y te pregunté: ¿cuando alguna persona tiene un problema con la Universidad de la que ostentas el noble cargo de Defensor Universitario, lo primero que le pides es el carnet de pertenecer a ella? ¿Si alguien al que no dejan matricularse, por ejemplo, acude a tí no intervienes? Sé de tu compromiso con los inmigrantes sin papeles y por eso me sorprende aún más tu actitud.

Te pedí, por activa y por pasiva, que hablaras con los alumnos afectados, tanto los denunciantes como, especialmente, los que hablaban de cacería orquestada contra mí. Y que comprobaras todos los hechos denunciados. Creo que no lo hiciste y lo único que me consta que has realizado, y lo sé indirectamente, pues me lo ha comunicado el Rector y no tú, es que pediste que hubiera un informe de alguien externo a la Universidad ¿para que hiciera tu trabajo? y se lo encargaron nada más y nada menos que a D. Juan Manuel del Valle Pascual, en quien está inspirado el personaje de Gran Brujo de AEDEN en el primer capítulo de Chanchullos University (https://www.youtube.com/watch?v=hlcKcDlChQ4). ¿Te parece adecuado que sea una de las partes la que pida el informe? ¿No crees que se descalifica el mismo informante en su informe en el retraso psicológico que se atreve a hacer de mí sin prueba alguna? Y llega a decir perlas como esta: "Es de desconocer que haya habido insultos o cuáles hayan sido, pero no así la conmoción que han causado en algunos destinatarios, no se sabe cómo delinquió, pero lo hizo y se ven sus efectos". ¿Crees que puedes limpiar tu conciencia por el simple hecho de que, sin argumento válido, se rebaje la sanción a tres años y dos meses?

Juanse, si te queda algo de conciencia, ética y profesionalidad, que espero y deseo que así sea, deberías, públicamente (no tengo nada que esconder), decir si aceptaste darme amparo o no en calidad de Defensor Universitario y explicitar las razones y detallar todas y cada una de tus actuaciones y tus conclusiones con respecto a si yo he acosado laboralmente a una profesora, que es la coordinadora del área; si eran legales las órdenes de superiores que yo he desobedecido; si no he impartido correctamente las clases, cumpliendo con la guía docente, y si no he evaluado con justicia; además de comprobar si he intimidado y coaccionado a los miembros del Consejo de Gobierno.

Desde hace unos meses el Rector de la UAL, D. Carmelo Rodríguez Torreblanca, me impide ejercer mi vocación docente y obstaculiza mi pasión investigadora, y entiendo que lo hace con tu connivencia. Si tú también te dedicas a la actividad docente por vocación te puedes hacer una idea de lo que supone.

Mi conciencia me dicta que he de luchar, con todas mis fuerzas, contra esta injusticia, contra todas sus implicaciones, de forma constructiva, para que mi sufrimiento sirva para que otros encuentren un mundo mejor. Es por ello por lo que, por lo pronto, te ruego, encarecidamente, que, cuando alguien recurra a tí como defensor universitario, le comuniques oficialmente si aceptas o no el amparo que te pide, des un número de registro a la queja y, tras dar cuenta de tus actuaciones, emitas un dictamen, que ya sabemos que no es vinculante para las autoridades, pero que, moralmente, debería serlo. Y, por favor, hazlo con efectos retroactivos, pues el mundo mejor también lo quiero para mí. Y si no estás en disposición de hacerlo y te  queda algo de conciencia, haz como nuestro paisano Nicolás Salmerón, y no seas partícipe de lo que pueden ser claras injusticias.

Espero que te dignes a contestar, ahora sí. Me comprometo a darle la misma publicidad a la que le doy a esta carta mía.

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