10/8/20

La Universidad de Almería, su función social y los planes de estudio


La ciudad de Almería, fundada en el medievo, en concreto en el año 955 por el califa Abderrahmán III, bajo el gobierno local del almirante Muhammad Ibn Rumahis, vivió en los siglos siguientes una enorme y creciente prosperidad, fruto de la cual ha dejado múltiples testimonios arqueológicos: el más importante de los cuales es la Alcazaba, su principal monumento; el más singular, los restos de su Mezquita Aljama en la Iglesia de San Juan; y los más desconocidos, los numerosos manuscritos creados por intelectuales almerienses, que se encuentran ahora diseminados por el mundo. Fue una época de brillante esplendor, siendo su puerto uno de los de mayor tráfico de todo el Mediterráneo, el mar por excelencia entonces.

Cabría esperar que la Universidad de Almería contara con una potente área de Historia Medieval que promocionara y dinamizara un mayor y mejor conocimiento de aquella época en la que el territorio almeriense se proyectaba en el resto del mundo y desempeñaba un papel protagonista en la historia. Sin duda, ello revertiría en la sociedad almeriense a través, sobre todo, de un turismo cultural de calidad, que es por el que hay que apostar, pues genera tejido y desarrollo, atrayendo personas tanto de dentro como de fuera de la provincia y del país. El arraigo o desarraigo de un pueblo o de una ciudad en su historia dice mucho de si su crecimiento puede ser sostenible o, por el contrario, no tendrá futuro, cual árbol –y permítaseme el símil- que podrá crecer más alto cuanto mejores sean sus raíces, o cual edificio que podrá elevarse sin peligro de derrumbarse si está bien cimentado.

Pero, no. En la Universidad de Almería no solo no hay un área de conocimiento de Historia Medieval potente, sino que, tras las dificultades que hubo para que se implantara el grado o la carrera de Historia en nuestra universidad, la formación que el alumnado recibe en relación con los mal llamados siglos oscuros es totalmente plana, sin profundidad, y no genera conocimiento. Ya el informe externo que se hizo del plan destacó como gran problema el que buena parte del profesorado no contaba con buena calidad de investigaciones. Uno de los casos es Historia Medieval, donde la que durante mucho tiempo ha sido la única profesora de ese área tiene en su haber contadas publicaciones que tratan en su mayor parte de la época moderna y muy pocas o, mejor dicho, ninguna del periodo medieval almeriense. Así se explica que dicha profesora cediera buena parte de las asignaturas que debían corresponder a la época medieval a otras áreas de conocimiento, que se frotarían las manos. Es muy loable que la Universidad de Almería cuente con especialistas de prestigio sobre la época fenicia, pero no debe ser a costa de otro periodo no menos importante, como es el medieval.

Y ¿qué es lo que hacen las autoridades universitarias? ¿Convocar plazas a concurso público para que las personas de mayor mérito y cualificación las obtengan, como establece la Constitución Española y es lo deseable? Pues no, el Vicerrectorado que dirigía D. José Joaquín Céspedes Lorente, con el beneplácito del Rector D. Carmelo Rodríguez Torreblanca, decidió que las áreas deficitarias de profesorado iban a poder contar con becarios con perspectivas de que luego se conviertan en profesores. Eso es la base de la tan nefasta endogamia, una de las lacras de nuestra universidad que vengo denunciando desde hace muchos años. Al profesorado que ya está dentro de la Universidad no le interesa que se convoquen plazas para que personal cualificado sea el que las obtenga, pese a que podría dar lugar a una fructífera colaboración con las nuevas incorporaciones que hiciera que se incrementaran los conocimientos, sino que lo que teme es que quienes vengan se pongan por delante de ellos y prefieren apostar por personas que nunca les puedan hacer sombra, en claro beneficio suyo particular, en lugar del de la sociedad que les paga buenos sueldos.

Cuando un profesor es mediocre, apuesta por otro más mediocre, con la consiguiente degradación y degeneración. Y las autoridades universitarias se muestran tan contentas, pues prefieren a personas sumisas que puedan controlar, en lugar de profesores críticos que apuesten por formar a alumnos críticos y con criterio propio y puedan poner en duda los chiringuitos creados en beneficio particular.

Así se entiende que, cuando ha hecho falta un profesor de Historia Medieval, en lugar de convocar una plaza digna para que a un experto cualificado le interese optar a ella, se prefiera un contrato basura para que lo desempeñe una persona que, curiosamente, ha hecho la tesis sobre el siglo XVIII, que no es, precisamente, la época medieval. Si es obediente y sumiso, con el tiempo llegará a catedrático de Historia Medieval, pero si cumple con las tareas que debería cumplir (formar a personas cualificadas con criterio propio) le mostrarán la puerta de salida. Así es nuestra universidad, que tanto nos cuesta económicamente a los ciudadanos, y que deberíamos conocer mejor lo que se cuece en su interior: un guiso con pésimas materias primas y poco nutritivas, pero que aderezan con perfumadas especies para ocultar lo que realmente es.

Cuando yo llegué como profesor a Almería a principios de los '90, se enfrentaban, para ocupar el Decanato de la Facultad de Humanidades, D. José Guerrero y D. Francisco Campos. Al primero, en su intervención para pedir el voto a los miembros de la Junta de Facultad, se le llenó la boca hablando de la relación del campus universitario con la sociedad almeriense. D. Francisco Campos le respondió de forma clara y contundente: "La única, la única relación de la universidad y la sociedad almeriense es ... el autobús". ¡Y cuánta razón tenía! ¿Queremos que siga siendo así? Sin duda, cosecharemos lo que sembremos.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por tu lucha por una universidad donde realmente el saber ocupe su lugar

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